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Santo Nimatullah Kassab Al-Hardini nació en Hardin, en el norte del Líbano, el año 1808. En el bautismo
recibió el nombre de Youssef. Pertenecía a una familia maronita, con seis
hijos, que fueron educados en un profundo amor a Dios y a su Iglesia. Tres de
sus hermanos siguieron, como él, la vida monástica o sacerdotal. Tanios fue
párroco; Eliseo entró en la Orden Libanesa Maronita, en la que vivió como
ermitaño durante cuarenta y cuatro años; Msihieh abrazó la vida claustral
en el monasterio de San Juan Bautista, en Hrasch.
La infancia y los estudios
Pasó los primeros años de su infancia frecuentando los monasterios y
eremitorios de su pueblo. Terminados los estudios, fue a vivir con su abuelo
materno, Youssef Raad, párroco de Tannourin, cuyo ejemplo suscitó en él el
amor al sacerdocio, vivido para el servicio de la Iglesia. En Tannourin,
rezaba el oficio divino en el monasterio con los monjes o en la parroquia con
su abuelo y los fieles.
Ingresó en la Orden Libanesa Maronita a los veinte años. Fue enviado al
monasterio de San Antonio de Qozhaya, cerca de la Qadischa ("Valle
santo"), para hacer sus dos años de noviciado, durante los cuales se
entregó con fervor a la oración comunitaria y al trabajo manual. Dedicaba
todo su tiempo libre, e incluso parte del destinado al descanso, a visitar al
santísimo Sacramento. Lo solían encontrar en la capilla, arrodillado,
inmóvil, con las manos alzadas en forma de cruz y los ojos fijos en el
sagrario.
Después de la profesión monástica, que emitió el 14 de noviembre de
1830, fue enviado al monasterio de San Cipriano y Santa Justina, en Kfifan,
para estudiar la filosofía y la teología, a la vez que trabajaba en el
campo; además, destacaba por su habilidad para encuadernar manuscritos y
libros, oficio que había aprendido durante el noviciado. Durante ese período,
a causa de su ascetismo y su intensa aplicación a los estudios, se enfermó.
Para evitarle la gran fatiga del trabajo en el campo, su superior lo destinó
a la sastrería.
La escuela de los Santos
Al ser ordenado sacerdote, fue nombrado director del estudiantado y
profesor, labor que desempeñó hasta sus últimos años. Dividía su jornada
habitualmente en dos partes: la primera mitad para prepararse a la
celebración de la misa y la otra mitad para la acción de gracias después de
la eucaristía. Vivía esta dimensión contemplativa juntamente con su amor a
los hermanos y a la cultura. Fundó una escuela para instruir gratuitamente a
la juventud.
Le tocó vivir dos guerras civiles (en los años 1840 y 1845), que fueron
preludio de sangrientos acontecimientos de 1860, durante los cuales muchos
monasterios fueron quemados, muchas iglesias devastadas y muchos cristianos
maronitas asesinados. En ese marco civil y religioso tan difícil y doloroso,
su hermano el padre Eliseo, ermitaño, lo invitó a abandonar la vida
comunitaria para retirarse a un eremitorio, pero él respondió: "Los que
luchan por la virtud en la vida comunitaria tendrán más mérito".
Era severo y duro consigo mismo, pero misericordioso e indulgente con sus
hermanos. Radical en su opción, concebía la santidad en términos de
comunión. Afirmaba: "La primera preocupación de un monje debe ser, día
y noche, no herir o afligir a sus hermanos".
Fue grande su devoción a la Virgen María. En sus aflicciones invocaba la
intercesión de María, su principal auxilio, por el Líbano y por su Orden.
Rezaba el rosario todos los días con los demás monjes. Nunca se cansaba de
repetir el nombre bendito de María. Practicaba el ayuno en su honor todos los
sábados y las vísperas de sus fiestas; tenía devoción particular por el
misterio de la Inmaculada Concepción. Después de rezar el Ángelus, repetía
estas palabras: "Bendita sea la Inmaculada Concepción de la santísima
Virgen".
Se esforzó por inculcar a los fieles su devoción a María, formando
cofradías. Fundó también dieciséis altares consagrados a la Madre de Dios;
uno de estos, en el monasterio de Kfifan, fue llamado, después de su muerte,
"Nuestra Señora de Hardini". Bienaventurados los puros de corazón
En 1845, a los 33 años, la Santa Sede lo nombró asistente general de su
Orden con un mandato de tres años, por su celo en la observancia de las
reglas monásticas. Para ese cargo fue reelegido otras dos veces, pero se
negó siempre a aceptar el nombramiento de abad general de la Orden. Residía,
con los demás asistentes, en el monasterio de Nuestra Señora de Tamich, casa
general de la Orden, pero solía acudir al monasterio de Kfifan, tanto para
continuar dando clases como para ejercer su trabajo de encuadernador, labor
que realizaba con espíritu de pobreza, poniendo especial esmero en los
manuscritos litúrgicos. De 1853 a 1859 tuvo entre sus alumnos a san Charbel,
que asistió a la muerte de su maestro y a la conmovedora ceremonia de su
funeral.
En lo más duro del invierno, mientras se encontraba en el monasterio de
Kfifan para dar clases, debido al intenso frío, se vio afectado por una
pulmonía; al agravarse, solicitó ser trasladado a una celda cercana a la
iglesia para escuchar el canto del oficio y, tras una agonía de diez días,
recibió la unción de los enfermos con un icono de la Virgen en las manos, e
invocándola: "Oh María, te encomiendo mi alma". Falleció el 14 de
diciembre de 1858, a los 50 años de edad. Fue beatificado por el Papa Juan
Pablo II el 10 de mayo de 1998.
Homilía de Juan Pablo II
Hombre de oración, enamorado de la Eucaristía, que solía adorar durante
largos ratos, San Nimatullah Kassab Al-Hardini es un ejemplo tanto para los
monjes de la Orden Libanesa Maronita como para sus hermanos libaneses y para
todos los cristianos del mundo. Se entregó totalmente al Señor en una vida
de gran renuncia, mostrando que el amor a Dios es la única fuente verdadera
de alegría y felicidad para el hombre. Se dedicó a buscar y a seguir a
Cristo, su Maestro y Señor.
Acogiendo a sus hermanos, alivió y sanó muchas heridas en el corazón de sus
contemporáneos, testimoniándoles la misericordia de Dios. Que su ejemplo
ilumine nuestro camino y suscite especialmente entre los jóvenes un
auténtico deseo de Dios y de santidad, para anunciar a nuestro mundo la luz
del Evangelio.
Tratto dal sito: www.vatican.va
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