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El padre Nimatullah Kassab Al-Hardini fue un fiel siervo de Dios y un
auténtico discípulo de Cristo. Es por esto que con la intercesión de Dios, ha
concedido milagros y gracias particulares a sus devotos, ya sea en vida, como
después de muerto.
La despensa del convento
El primer milagro sucedió en el monasterio de San Artemio (Challita) de
Qottarah. "Yo recuerdo, dice Tanus Al-Chidiaq, de un hecho importante que
nunca olvidaré. El hermano administrador dijo un día al superior, el padre
Bernardo de Aitu: "Pronto será el capítulo general y las provisiones no
son suficientes". El superior entra en la despensa, mira la caja del trigo
y ve que está a la mitad. Examina luego los demás abastecimientos y ve que
están escasos. Poco después regresa junto al padre Al-Hardini, que constatado
el hecho ora desde la puerta de acceso, rocía la despensa con agua bendita y
luego se retira junto al superior. Más tarde, el hermano administrador con
gritos de alegría y admiración, dice: "¡ La caja del trigo está al
máximo de su capacidad!". Toda la comunidad conjuntamente con el padre
superior, va a ver lo que ha sucedido; constatando la veracidad de todo lo que
el hermano administrador ha dicho y glorificado a Dios. He visto con mis ojos a
todos los monjes del monasterio llenos de admiración y de gozo por el milagro
que Dios ha obrado en su monasterio, por intercesión del padre Al-Hardini".
La curación del monaguillo
Un día, el padre Nimatullah tenía que celebrar la Santa misa pero su
monaguillo estaba retrasado. Entonces el padre Al-Hardini fue a la habitación
del muchacho y le pidió que se levantase para servir en la misa. El monaguillo
le respondió que no podía hacerlo porque tenía una fiebre muy alta, el padre
Al-Hardini, le pidió no preocuparse por este impedimento y al mismo tiempo
ordenó a la enfermedad "de abandonarlo". Inmediatamente sanó y le
sirvió en la misa.
Las hormigas
El hermano Marum-Maifugi cuenta que un día el padre Nimatullah Al-Hardini
pasaba por un local donde había un fuego encendido.
- ¿ Porqué hermano Marum - le preguntó - estás encendiendo este fuego?
- Para desinfectar el trigo de las hormigas.
- Sígueme al monasterio, le dijo el padre Al-Hardini, y el hermano Marum lo
siguió.
Nuestro santo bendijo el agua y le dijo: "rocía esta agua bendita sobre
el trigo y el hormiguero". Y así lo hizo.
Al día siguiente el hermano Marum notó que las hormigas tan solo cargaban la
cizaña dentro de los baches del hormiguero. El monje espantado contó este
hecho maravilloso al padre Al-Hardini, que le pidió no divulgarlo.
La resurrección del niño
Una mujer estéril, drusa de origen musulmán, prometió que en caso de que
le naciera un hijo, lo llevaría a visitar la tumba del "Santo de Kfifan".
Prometió también en su corazón bautizarlo, pero sin revelarlo al marido. Su
solicitud fue acogida y un día se puso en camino para Kfifan con el niño y sus
familiares a visitar la tumba del padre Al-Hardini, para cumplir su voto.
Durante el viaje estuvo preocupada porque no sabía cómo decir al esposo que
quería bautizar al hijo recién nacido.
Llegado al puente de Madfun, a cerca de tres horas de camino del convento de
Kfifa, notó que el niño no se movía. Lo sacudió algunas veces sin éxito. El
niño estaba frío como un cádaver. Aterrorizada no lo dijo a nadie y menos al
marido; tomó a su hijo y lo llevó sobre la tumba del padre Al-Hardini, lo
colocó cerca del túmulo y se retiró llorando y sollozando. Estaba muy
asustada, temía que su marido la castigase por la promesa hecha, que podía ser
la causa de la pérdida del único hijo. Pero ella tenía una gran confianza en
nuestro santo y sus lágrimas eran de temor y de esperanza. Y nuevamente su
petición fue atendida. ¡ Su hijo lloró! Un monje del monasterio lo oyó y
llamó a la madre diciendo: "Señora, venga a tomar a su hijo, está
llorando", ella corrió al encuentro de su hijo gritando. Lo tomó entre
sus brazos diciendo: "Mi hijo estaba muerto y ahora ha resucitado. Fuera de
sí por el gozo, se puso a gritar y todo el personal del monasterio acudió para
ver lo que ocurría y al saber del milagro se unierón a ella para agradecer al
Señor. Su marido, los familiares que le acompañaban y los monjes supieron así
del voto que había hecho. Luego su marido aceptó el bautismo del niño sin
dificultad.
Mariam Seman
Mariam Seman Bu-Antun era de Deria, en las cercanías del monasterio de
Kfifan. Trabajaba en el monasterio como lavandera y conoció al padre Nimatullah
Al-Hardini, cuando era todavía una niña. Vió también su cuerpo intacto el
día cuando abrieron la tumba.
Siendo aún joven, a causa de una enfermadad en los ojos, perdió la vista.
Desesperada por su mal, se recuerda que Dios había hecho milagros por
intercesión del padre Al-Hardini.
Un día dice a su padre: "¿Puede darme un poco de dinero? - Era pobre como
la viuda del evangelio que podía ofrecer sólo un dracma. (Lc. 21,1-4) -
- Sí, le dijo el padre, ¿qué cosa quiere hacer?
- Quiero ofrecerlo al santo Al-Hardini, para que cure mis ojos.
- De buena gana, le respondió el padre.
Ella rezó y se durmió. Al día siguiente, se despertó y veía perfectamente.
"Mis ojos, cuenta, brillan como el diamante: tengo 65 años y no tengo más
alguna molestia".
Miguel de Kfury
Otro milagro sucedió a Miguel de Kfury de Watta el Mrouge. Una enfermadad
incurable golpeó sus pies; volviéndolos secos, privados de carne, torcidos
hasta el punto de volverlo paralítico. Los médicos tenían perdida toda
esperanza de curación. Había oído hablar acerca de los milagros del padre
Al-Hardini, y decidió visitar su tumba en Kfifan pidiendo su curación.
Aquella noche la paso en el monasterio, y mientras dormía profundamente, se le
aparece un viejo monje diciendo: "Levántate y ven a ayudar a los monjes a
transportar las uvas del viñedo", Miguel respondió inmediatamente: "
¿No ve que soy paralítico?, ¿ cómo puedo caminar y llevar la uva?". El
monje replicó: "Toma este par de zapatos, póntelos y camina".
Entonces el enfermo se despertó, tomo los zapatos e intentó desplegar su pie
derecho. Con gran sorpresa vió que era capaz de hacerlo. Se levantó y comenzó
a sentir que sus pies estaban cubiertos de carne y la sangre circulaba
normalmente.
El milagro de Andrea Najm
Andrea Najm, nació el 29 de octubre de 1966. En junio de 1986 comenzó a
acusar una fátiga crónica y una crisis nerviosa que le impedían caminar,
incluso pequeños trayectos. Muchos médicos libaneses y extranjeros lo curaban
inútilmente. Sufría de un cáncer en la sangre y necesitaba de frecuentes y
urgentes transfusiones.
El 26 de septiembre de 1987, Andrea, acompañado de familiares y amigos se
acercó al monasterio de Kfifan, donde oró con fervor junto a la tumba del
padre Nimatullah, la gente alrededor le oyó decir: "Te pido, padre
Nimatullah, dáme una gota de sangre, porque estoy tan cansado, hasta el punto
de no poder ni siquiera pedir la sangre por la calle". Inmediatamente
después, en la iglesia, al ponerse el sayo, gritó: "Me he puesto el traje
monacal, estoy sanado, no tendré más necesidad de sangre". Desde entonces,
Andrea no tuvo más necesidad de transfusión alguna. En 1991 se casó con Rola
Salim Raad. Tienen dos hijos, al niño lo han llamado Charbel y a la niña Rafka.
Hoy Andrea se halla en óptimas condiciones de salud.
Este milagro ha sido presentado en apoyo de la causa de beatificación del padre
Nimatullah Al-Hardini y es reconocido por la Iglesia.
Rosa Saad
El milagro que ha dado inicio al proceso de canonización se ha verificado
precisamente en el día y momento en que S.S. Juan Pablo II, elevaba al monje
libanés en el grupo de los Beatos.
Una mujer, Rosa Saad, enferma durante diez años de una ceguera incurable, y
debilitada a causa de las duras pruebas que había soportado en el curso de su
existencia, se echa junto a las barras que la separan de el ataúd de Natullah,
en el convento de los Santos Ciprianos y Justina de Kfifane, y le implora con
los brazos abiertos y los ojos hacia el cielo, que la sane.
Probado el sufrimiento, grita: "Sobre esta tierra pisada por tus pasos,
sáname, quiero verte", Inmediatamente, golpeada por un fuerte dolor, vé
delante de sus ojos el cedro que adorna el reliquiario del Santo. A este punto,
Monseñor Roland Abou Jaoudé que celebraba la misa paralelamente a la de Su
Santidad, interrumpe la la ceremonia religiosa, para pedirle testimoniar el
hecho milagroso delante de los fieles. Ciertamente este milagro no fue el único,
pero ha sido sostenido delante del tribunal eclesiástico en el proceso de
canonización, precisamente por la extraordinaria coincidencia en que ha sido
verificada.
El 30 de agosto de 2001, ha empezado la causa destinada a confirmar la sanación
de Rosa Saad y el milagro ha sido reconocido por la Iglesia.
Pero el milagro más grande que podemos atribuir a el Padre Nimatullah Kassab
Al-Hardini, es el despertar que obró en la conciencia de sus confrates, los
monjes de esta escuela de santidad que fundó en su instituto.
Ciertamente, él le devolvió la vista a muchas personas, más, él abrió los
ojos de sus confrates y fieles e indicó el camino que todos los cristianos
debemos seguir, para ser auténticos discípulos de Cristo. Su vida misma, su
ejemplo según los testimonios contemporáneos, era un auténtico milagro.
Gracias al Padre Nimatullah Kassab Al-Hardini, muchos monjes y cristianos
estamos más cercanos y unidos a Dios. Sin duda, éste es el verdadero y gran
milagro que ha operado nuestro Santo. Es un gran milagro permanente, que cuyos
efectos nadie puede disminuir. Todo áquel que lo ha conocido en vida, afirma:
"Tanto en vida, como después de muerto, es un Santo".
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