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Nimatullah significa "gracia o don de Dios". Es el
nombre adoptado por esto santo como religioso. Kassab es el nombre de su familia.
Al-Hardini revela su origen, del pueblo Hardine, en las montañas libanesas.
También El es un hijo del Libano de esta región pisada por las plantas de
Cristo, salvador del mundo hace más de 2000 años, de este país donde Jesús
ha predicado y realizado milagros, de los montes del Libano y del Hermon, donde
resuena el eco de las palabras de salvación pronunciadas en Galilea; del Libano
bíblico que fue entre los primeros países en recibir la buena nueva. Al-Hardini ha logrado superar el concepto de una santidad lejana de la gente. La
figura de Al-Hardi ni
es aquella del monje entre sus hermanos y dentro de la sociedad. No es ya el
eremita como San Charbel. Es más bien como la Beata Madre Teresa de Calcutta.
Entre la gente es el testigo del amor de Cristo por la humanida. Era maestro,
confesor e iba a buscar a la gente dentro de sus proprias casas. Es la figura de
aquel que se acaba por los demás. Comía un sola comida al día. Ha vivido y ha
alcanzado la santidad en la sociedad y entre la gente. Al-Hardini decía siempre:
"Cada vez que encuentro a la gente me acerco más a la perfección", y
lo decía porque veía a Cristo en los otros.
Símbolo de discreción y de humildad, Nimatullah al-Hardini ha sabido "crecer
come el cedro del Libano" con la sola fuerza del Amore. Sus palabras y sus
acciones, sus ideas y su vida, su visión del mundo y sus plegarias continúan
siendo una fuente de inspiración evangélica y una base de fidelidad inventiva.
Su santidad es pues una gracia y un don. Nos permite entrar en la esfera
misteriosa de la pureza, de la bondad, de la gratuidad, de la misericordia y del
amor de Jesús. Su santidad es una fuente en la cual bebemos la fe, la esperanza
y el amor de Dios. Su vida es una ofrenda que, con serenidad y paciencia, se
concretiza día tras día. Nimatullah ha aceptado las pruebas y las alegrías
cotidianas en la certeza de que, por Dios, cualquier acto esfin a si mismo, así sean comunes.
Entre sus palabras y consejos, a los estudiantes eran: "El monje en su
monasterio es como un rey en su palacio; Su reino es su Orden; Su ejército sus
hermanos; su gloria está en su virtud; su corona es el amor de Dios y hacia su
Orden; su cetro está constituído por su castidad y pureza; sus armas son su
pobreza, su obediencia y sus plegarias; su manto de púrpura está en su
humildad y en su abnegación". "No le está permitido al monje di
actuar o vivir según su gusto, o según su carácter o sus proprias
características o criterios, sino su principal preocupación debe ser, día y
noche, el no herir o entristecer a sus hermanos". "El monje, en el
camino de su vida y en su comportamiento debe estar atento a no escandalizar a
los otros".
Es la immagen resueltamente viva del Santo portador de esperanza, de un monje
como fue siempre fiel a su vocación de Cristiano que ha buscado cada día el
estar unido a Cristo. El mensaje es claro: la santidad no es lo que hemos
realizado, es más bien cuando nuestro amor por Dios se convierte en una reflejo
de su amor por nosotros.
La santidad para Al-Hardini era una calificación suprema de las virtudes
teologales (fe, esperanza y caridad) y cardinales (prudencia, justicia,
fortaleza, y templanza).La santidad para él no era una teoría, sino una práctica de cada día, de
cada hora y de cada momento.
Salmo 92,13 - Florecen los justos como palmeras, crecen como los cedros del
Líbano.
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